Tal vez haya una manera más sencilla de escribir lo que uno observa, piensa y siente. Y sobre todo, para hacerse entender. Y no a la manera elizondiana tan complicada en verbos, tan monotemática y abstracta, reflexiva y metaescrituraria.
Para Salvador Elizondo la escritura no es un género, es su manera de ser, es una necesidad filosófica. Escribe luego existe. "A mí lo que me interesa es la escritura, más que la adecuación de esa escritura a un género preciso”. Para el mejicano la forma, que no la estética, ya es el fondo; y el tiempo con su conjugación enrevesada de gerundios e infinitivos impersonales que huyen despavoridos como los días, una presa que intenza cazar y hacerla suya.
Imaginación y recuerdo. Futuro y pasado. Y ese afán de que la escritura sea un espejo troceado donde la conciencia del escritor quede reflejada en su instanteneidad paradigmática y fragmentada.
Una muestra: Salvador Elizondo a Octavio Paz:
Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.* Salvador Elizondo nació en la ciudad de México en 1932. Muere en 2006. En 1960 publicó su primer libro de poesía, y en 1965 presentó Farabeuf o la crónica de un instante.
Un texto precioso, donde se conjuga la vida con el escribir, escribiendo...
ResponderEliminarEscribir siempre,escribir ahora, escribir mañana...
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Besicos.