Dime como escribes y te diré quien eres.No, no me refiero a ningún tipo de test a través del cual un experto adivine con tan sólo ver mi letra cual es mi carácter: si voy a vivir largos años, o si el miércoles que viene me va a tocar la lotería.
No te hablo de la tipografía de mi letra, si es altanera, deprimida, escorada a la izquierda, o intimidada. Me refiero al estilo, a la manera de escribir. Y para no seguir hablando por boca de ganso, traigo aquí el comentario que a uno de mis textos hizo un día un buen analista anónimo, al que desde aquí le doy las gracias por su sinceridad y acierto:
"Tu texto merece algunas consideraciones cervantinas. En primer lugar, el consejo de don Quijote a Sancho: Llaneza, amigo Sancho, y no te encumbres. En segundo lugar, mi recomendación de que leas “El Quijote” deteniéndote en las parodias que Cervantes hace de la prosa engolada de los autores de los libros de caballerías. En definitiva, tu cosecha de imágenes disparatadas y de adjetivos gratuitos resulta tan fructífera para tu ego de autor, como enfadosa para un lector tan abrumado por tu hojarasca que apenas se entera de lo que cuentas."Yo me esperaba desde hace tiempo palabras como estas. Y por fin bien venidas fueron. Y se posaron en mi “empalagosa” herida. Y fueron puñales para mi vanidad endiosada. Porque no hay peor ni mejor dardo que aquel que atinado hiere el orgullo de un chapucero escritor que creyó emular a un manco y se quedó envarado como mulo por un rayo.
Y me justifico diciendo que escribo para encumbrar mi abatido y acomplejado temperamento. Mecanismo de defensa. O si no dime de un poeta que no sea tímido, o un novelista que no sea altanero.
Y en este apunte afilado de un desconocido comentarista encontré la colleja acertada, consejo sabio y merecido a mis ínfulas fatuas, virtuosismo descarado, el viento raso que “allanara” mi presunción literaria. Que causa y remedio, ensayo y error son dedos de una misma mano. De acuerdo: la serpentina barata de los adjetivos sobrados no embellecen, más bien cargan y abaratan, empañan y desfiguran la imagen clara de las palabras.
Estoy contigo, crítico amigo; pero ya ves, a las pruebas me remito: no sé hacerlo. Soy un narcisista irredento. Y un escritor debiera ser desprendido y escueto, dejar libre y no ahogar con el humo de su verborrea la voz de la inspiración simple y genuina. Que un autor más debiera escribir con lo que a la papelera tira, que con lo que publicado deja.
Engolado comentario.
ResponderEliminarMira Juan, creo que cada uno escribe como quire,como le sale del alma de la pluma,del lapiz o de las teclas...
Tú escribe lo que quieras a mi entre otros me gusta.
Besicos.
a mi me encanta como escribes, porque transmites lo que escribes al lector y eso pocas personas lo consiguen. un besin de esta asturiana.
ResponderEliminarVuelvo para decierte que la foto es genial, mucha sabiduría contiene ese capazo de caucho con las gafas,los tomates y el libro...
ResponderEliminarmás besicos.
Todo es cuestión de gustos. A mi por ejemplo no me atraen las frases sencillas, quiero sentir la necesidad de volver a releer y pensar que hay un enigma en cada frase. Supongo que muchas veces no existe tal cosa, pero me gustar creerlo.
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