Veo una araña en el ángulo de la cornisa de la ventana. Y me viene a la cabeza la idea de escribir un ensayo sobre el poder de la debilidad. Un ingeniero en dinámica cuántica me dijo una noche de crudo invierno, mientras pasábamos abrigados por delante de un portal, en el que cobijado dormía un negro entre embalajes y trapos, que si una araña envolviera con sus hilos el cuerpo de un elefante, podría levantarlo como una grúa a lo más alto del Kirimanjaro.
No sé si esta mañana las imágenes de mi recuerdo se corresponden con la alegría que siento al saber que un grupo de vecinos de Los Rosales han impedido que agentes judiciales desalojaran a Loko Olalekan, a su mujer y a sus tres hijos pequeños de su casa de El Palmar. Los vecinos con sus cuerpos indefensos y pancartas de cartón helado: un muro de contención disuasoria frente al pantano incontenible de la perversión financiera.
Esta familia nigeriana, blanco, símbolo y testaferro de la usura financiera, había sido requerida por Citibank a que abandonara la casa por no poder pagar su hipoteca. La policía, el secretario judicial, la procuradora del Banco y un gobierno mudo y cómplice ante la presión solidaria han desistido de llevar a cabo acción tan inhumana.
Una inofensiva araña con sus hilos entrelazados de apoyo le ganó, al menos por hoy, la batalla al elefante de oros y pedrerías del Capital. Y perdón al mastodonte por compararlo con tal salvaje animal. Lo que no sé, si pasadas estas fiestas de posada y campanillas, las fuerzas de la usura, volverán a profanar de nuevo el derecho que todo ser humano tiene a una vivienda digna.
Si, yo también me alegro de que sucedan estas cosas.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu texto, una vez más tejes tu propia tela para atraparnos en ella, caemos rendidos ante tus letras.
Y nos dejas pensando entre lo fuerte que puede ser algo que aparenta debilidad y fragilidad.
Que tiemblen todos los usureros, llega la invasión de las arañas justicieras. A ver si pasadas estas fechas, algo de buena voluntad queda en todos ellos.
Un abrazo, Juan.