No era la primera vez que nos peleábamos. Cuando nuestros gritos llegaron al cenit de nuestra marital contienda, se hizo el silencio, un silencio cósmico.
Los dos permanecimos largo rato callados. Frente a frente, sentados junto a la mesa de la cocina, agotados por la pelea. Avergonzados tal vez. Entonces fue cuando él se quitó el anillo. Saturno decapitado, sin corona. Por riguroso orden, con marcado ritmo, al compás de un cuatro por cuatro de la rosa de los vientos, se colocaba el anillo de casado sobre cada uno de los dedos de la mano izquierda. Como un juego, un desahogo. Empezaba por el meñique, y terminaba en el índice.
Yo, mientras tanto, seguía el marcial movimiento bélico del tan-tan de sus dedos con mi mirada atenta, sideral y fría. Y de nuevo el da capo de su prestidigitación macabra. En una de sus repeticiones el anillo se le encasquilló en el dedo corazón. La tensión, los nervios concentrados engordarían el dedo, motivo que le impidió seguir su secuencia orbital. Por mucho que intentaba con todas su fuerzas sacarse el anillo, no podía. Y lo que había empezado como un ejercicio de distensión alrededor de su asteroide ego, se convirtió en un drama sin falange y sin cabeza.
Abrió con su mano derecha el cajón de los cubiertos. Cogió el cuchillo. Ensayó primero poniendo el filo donde arranca de la palma el dedo amoratado por el forcejeo inútil. Levantó a continuación el brazo a la altura de su frente decidida, y con fuerza, de un certero golpe, se lo segó de un tajo. Luego impávido me entregó el dedo con el anillo envuelto, cual espada de toros que a su amada brinda con despecho orejas en tarde deslucida de lluvia.
Cogí el trofeo de su mano fracasada, y lo metí en un tarro da alcohol que aún conservo, junto a otros dos más, en la alacena del universo de mis embalsamadas estrellas engullidas.
Me casé de nuevo: mi tercer matrimonio; pero ahora, con un manco.
No sé si es exageración del enojo o la floración de la decepción, pero lo que es cierto es que su colección ya no buiscará el aumentativo... un abrazo Rub
ResponderEliminarMuy buen trabajo.
ResponderEliminarEscalofriante por momentos, eso si.
Un final irónico. Chapeau.
Un abrazo.
http:/alitas-ali-blogspot.com/
ResponderEliminar¡¡¡Genial!!! Además de tener todo lo que pide un cuento para que sea redondo, es muy original. Enhorabuena.
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