¡Por los clavos de Cristo! ¿De que me sirve ser Dios si ya nadie da un duro por mis carnes golpeadas, por mi cabeza de espinas, por mi sangre derramada?
Me muero yo ante de que Zaratrusta me mate. Antes de que la ciencia me llame impostor me disolveré en la zarza ardiente como otrora lo hiciera ya en el Éxodo. No seré más vuestra culpa. Antes de que el Vaticano y sus acólitos me dejen en ridículo, antes de que hagiógrafos y cronistas me delaten por falsario ante el tribunal de la historia desapareceré por la puerta de atrás del tiempo. No quiero ser vuestro escarnio, ni vuestra piedra de escándalo. No cantará el gallo tres veces, ni podréis renegar de mi sombra, porque vuestra fe atribulada no podrá sustentarse en ninguna referencia, imagen real, hablada, tallada o simbólica. Tampoco lloraréis mi ausencia, porque a partir de ahora sabréis que nunca entre vosotros adopté forma alguna.
Dejaré de ser sujeto. Ni siquiera predicado, ni objeto sustancializado, ni cualquier otra circunstancia de tiempo, lugar y modo seré ya más para vosotros. Porque soy la base sin base. Nadie jamás me ha visto. Soy la Nada. Como Dios que soy dejaré de ser para seguir siendo.
Nota:
Tal vez sea por ello hoy como muestra de la inasibilidad manifiesta de Dios el blogger no me dejó añadir a esta entrada la foto del Cristo Crucificado de Velázquez por mucho que yo me empeñara de nuevo aquí enclavetarla como devoto esbirro de mi admiración heterodoxa.
como siempre excelente, dura crítica a nuestra decadencia espiritual
ResponderEliminarUna maravilla, me gusta
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