Busca ese rincón de bucolías, paraíso y climax donde asentar su amorosa estancia que se le resiste cual garza fugitiva entre los escarpados laberintos de su corazón de alambre, intestino grueso, agujero negro de galaxias globulares engullidas.
Lleva a cuesta su sexta religión, su quinto partido, su cuarta casa, su tercera esposa, un segundo oficio, su primer plato, el desengaño eterno; y nunca servido queda, sino a reventar de acedías y hambruna tras el último menú. Y le digo yo a Petronio compulsivo del vivir vomitivo, de su locus amoenus, de su yantar vacío, semana finita e interminable:
Estrenar es la forma para que el tiempo y el espacio, los lugares, tu hábitat, el amanecer, el cosmos y el estómago de tu sexo sentido deambulen digestivos, lentos y felices. Tu experiencia seguirá fresca, tu cuerpo esbelto y las estrellas, vivas, si sabes mantener la ilusión de tu mirada oleosa. La novedad es la madre de la eterna juventud. Mastica despacio, treinta y tres veces el mismo bocado como si fuese la primera relación: el más eficiente inhibidor de prisas y retorcijones de cejas.Pero la noche es un marro acelerado y los días se le amontonan en cúmulo de nebulosas abortivas. Petronio es un avaro que nunca llega a completar su abultado saldo, a disfrutar de su sueldo. Es un pluriempleado y sufre los avatares del paro, como el tapacubo de un carro que de tanto rodar vertiginoso parece anclado.
Las arcadas, su asco y aburrimiento no cesan. Y solacio tampoco consigue ameno.
Y fue entonces cuando insistí en aquello de "si quieres sentirte realizado"... Y nada más oír Petronio salir de mis labios doctrinales el primer verso del vocablo realizado sacó su revólver y disparó a bocajarro sobre el libro de autoayuda que yo vine a darle.
* Versos de Petronio. Cap. CXXXI
No hay comentarios:
Publicar un comentario