miércoles, 6 de enero de 2010

Queremos volar



Aunque era un matador a sueldo, le salía de dentro disparar a bocajarro nada más veía un poeta. Y lo malo del condenado de mi vecino es que tenía un sexto sentido para detectar todo lo que oliera a poema. Decía:
"¿Para qué sirve un poeta? Un poeta como un pájaro, ¡mejor comido a la brasa!"
Métricas cojitrancas. Ritmos hueros. Humo. Brindis al sol. Con sus cantos de sirena los poetas arrastran al pueblo a la ciénaga de la mentira, espejismo fingidor donde la verdad a traición es ultrajada por la fatuidad de los sueños, vapor de agua diluido en el romanticismo insulso de la nada, banal discurso, castillos en el aire, trueque engañoso e injusto. ¡No necesita la tierra emuladores ni malabarismos palabreros, que ella misma se basta con su candor natural para dar a conocer, regalar y expresar como nadie su belleza!

El gobernador atraído por el practicismo de estas ideas no sólo prohibió todo tipo de exhibición poética, sino que además mandó disparar a los que ejercieran profesión tan embaucadora como inútil. Los momentos de penuria aconsejaban que la población concentrara todo su esfuerzo en salir de la recesión. Para ello los ciudadanos debían rechazar todo lo que les desviara del objetivo principal. Y aquellos que protestaran con pancartas al grito de "queremos volar" serían fusilados al momento. Eficacia, competividad, fortalecimiento, influencia, consumo y recuperación eran ahora los principios básicos de la nueva filosofía política.

Desde la promulgación de la ley seca “La poesía no es rentable”, mi vecino no paraba, se le amontonaba el trabajo. Y lo peor, además de esbirro, es que el jodido de mi vecino tenía una puntería a prueba de bomba. No fallaba ni una. Tórtolas, vates, sonetos, golondrinos y alondras, redondillas y alejandrinos.

Al salir de mi casa me encontré al pájaro herido. Yo ya nada pude hacer. "La voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos." (*)

(*) El Ruiseñor y la Rosa. Oscar Wilde.

1 comentario:

  1. He leído muy interesada tu escrito y no pude no acordarme de un gran autor que cultivaba cierta ironía y sarcasmo, te lo recomiendo a ojos cerrados, tiene asuntos muy buenos, se llama
    Ambrose Bierce, si puedes adquiere las fabulas fantásticas (así se llaman), son estupendas, creo que valen como 5 euros allá, te vas a acordar de mí, te divertirás mucho.
    Te doy un aperitivo para que veas lo bien que se pasa con él.
    http://www.ciudadseva.com/textos/otros/dicdia01.htm

    El diccionario del diablo, muy bueno, jajaja, claro que tienes que contextualizar todo en la época que vivió, en 1842 al 1912 creo, pero para ese tiempo esta luminaria por dios que brillaba.
    Bueno me fui por otra parte pero me lo recordaste.

    Un abrazo mi querido amigo

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