jueves, 21 de enero de 2010

Nubes de plástico


Y vuelvo como la burra al trigo, mejor a las nubes de plástico que el otro día cubrieron mis ojos de sombras por esos campos de Almería y sus viveros de tomates. Y me acuerdo de Unamuno y de su Niebla que fue su desazón y hoy es mi angustia de saber y no querer que se acabe el cuento de esta jodida vida y a la vez dichosa.

Conocí anoche a una escritora que con el corazón en la mano contaba como los personajes de sus novelas la despiertan a media noche, cuando las flores se abren, el silencio se oye y los amantes se quieren. No la dejan quieta. Se le rebelan y se amotinan en pesadillas como el Augusto Pérez, el protagonista de Niebla que se enfrentó al catedrático porque su agonista quería seguir vivo. El autor amargado no da su brazo a torcer y decide matarlo unas páginas después.

Al contrario que Unamuno, predecesor del existencialismo, Rosa Cáceres, que así se llama la autora de El Emboscado vestida de rojo, ilusión y canto se deja llevar confiada de sus "criaturas". Y en lugar de soñar ella sus historias, se deja más bien soñar por sus personajes. Y son ellos los que hablan. Ella sólo es su médium. Y si no oigan a Olivier cuando al final de la novela confiesa:
"Mi vida ha transcurrido en medio del secreto, o mejor diría que el secreto ha gobernado los días de mi vida..."

1 comentario:

  1. Con sorpresa veo ya comentado por ti el acto de presentación de mi novela, ayer, en el Museo Gaya de Murcia. Me alegró mucho conocerte, nos juntamos varios amigos del blog y eso fue magnífico.
    Tu comentario me encanta, me parece acertadísimo en cuanto a esa alusión a los personajes vivos que se muestran rebeldes a la voluntad de la autora, al modo del Augusto Pérez de Unamuno.
    De veras, me ha gustado mucho, y te agradezco el detalle, porque me llena de emoción.

    ResponderEliminar