sábado, 23 de enero de 2010

A teja vana


¿Os acordáis del perturbado aquel, condenado a recordar todos los días su hazaña de humo si no quería ser hombre muerto? El hombre como el gato, como el árbol, como el ciprés y el lagarto, si no piensa en el ratón, en su fruto, en el azul, o en atrapar un mosquito, más le vale no haber nacido. Una noria en el desierto. Su vida será el mayor aburrimiento: se le escaparán los días sin sueldo ni beneficio en el salón con goteras de un sofá cansado de aguantar las posaderas de su frustración sistemática.

Y lo que en un principio pudo ser una locura, fue la razón de su existencia. De hecho el hombre murió cuando se acabó el hechizo.
"... ella dejó muriendo, de ser bella,
y él, aunque queda en mármoles escrito,
no pudo huir de amor, iras y engaños"

(Don Quijote de la Mancha I. c.LII)
El hombre tenía por alma dos ojos encendidos de ilusión, los pies desnudos y delante un camino de virtualidades comprimidas en los pixeles de una señora a la que nunca había visto.

Y andaba y andaba este hombre por los mares de plasma de su ordenador encantado, y descalzo. Cada pisada que daba volvía la vista atrás. Se agachaba. Y las huellas del camino las guardaba como si fueran estrellas en el bolsillo mugriento de su guerrera. Había oído decir a un amigo que vivir era olvidar Y no quería este hombre que sus pasos los borrara la historia desmemoriada. Y pensar constantemente en la quimera de su señora era lo que le mantenía vivo.

No fue posible. Llegó el dia en que el hombre murió justo la noche de la verdad, confundido entre el poema de su deseo enarbolado y la prosa rutinaria de su triste destino. Y al ver a su Dulcinea de carne y hueso con su rostro amondongado fuera del monitor abrir la puerta de su habitación de tejavana real, el hombre dio el último de sus suspiros. La dura realidad, y asesina del sueño.

1 comentario:

  1. Uy, vaya mezcla de palabros, clásicos, cotidianos y tecnologicos............Y ese rostro "amondongado" qué dificil de visualizar...
    Besicos.

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