jueves, 11 de junio de 2009

Esteaquelyomismo



El miedo es negro y cobarde, y se refugia en la oscuridad para huir de su sombra. No quisiera yo disculpar al panadero de Gandía que arrojó al contenedor de la basura el brazo de un inmigrante para no ser denunciado por contratación ilegal. Que la inhumanidad sobrepasa a la locura. El miedo, además de negro, es muy mal consejero. Y se arrima a la noche para esconder su delito, el brazo de su operario triturado en la amasadora, y así evadir ingenuamente su responsabilidad.

Aún a sabiendas de que no tenemos escapatoria nos tiramos de un décimo acorralados por el fuego. Igual que aquel que pudo ser yo mismo.

Y cuando esteaquelyomismo vio a los policías que iban a prenderlo, echó a correr para atrás y se encerró en su casa. Luego los inspectores lo esposaron más cómodamente en el rellano de su propia ratonera. El miedo acorrala en un callejón sin salida al animal despavorido, y lo estrella contra los faros de un todoterreno en medio de la espesura de la incoherencia, la demencia y de la culpa.

¿Y por qué los cuervos prefieren el estercolero, teniendo a su lado un parque de margaritas frescas?

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