lunes, 18 de mayo de 2009

Vivir adrede



No sé lo quisiste decir, Mario, con tu "Vivir adrede”. No he leído el libro, pero el caballón reseco de mis días se humedece con tan sólo el título.

Y hoy que te mueres siento con más lástima que la vida siempre me coge ocupado en otra cosa y que mi corazón late sin darme cuenta, como las amapolas del camino que distraidas por el polvo de la rutina no ven los pétalos del rojo y su sentido.

Y esta mañana tu muerte me dice que he de vivir adrede y me declaro vivo. Y me afano en arrancar y desenterrar de mi bancal cada una de las patatas de mi huerta con concisión y deleite y no haré otra cosa que no sea sino embriagarme con su alumbramiento y arroparlas de hierba buena para que la desidia y la ceguera de los días no las agusane de su inconsciencia.

1 comentario:

  1. Que no se nos agusane la conciencia, Juan, para que puedan vivir sueltas y libres las palabras. Que el Maestro Benedetti ha vencido al invierno, y sus palabras ya no caen en el silencio de los muertos, de esa hipocresia fermentada de envidia, soberbia y amargura. Y cuídame esas "papas", Juan, que el terreno sea mullido, bien aireado y sin huecos, como las palabras del Maestro y las silvestres amapolas, para "vivir adrede" y sin pedir permiso. Y ahora, que vengan a leerlo las de siempre.

    Siempre atenta a las palabras de Blao

    maravillas

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