jueves, 14 de mayo de 2009

Pirata de profesión



Le llamaban pirata, pero tan sólo era un pobre pescador cansado de que pesqueros extranjeros esquilmaran ilegalmente los ricos caladeros de su país. Harto estaba de que cada dos por tres desaprensivos irresponsables contaminaran el mar y la costa con el vertido nuclear de sus residuos capitalistas.

Y cuando asomó por la bahía aquel impresionante buque de guerra de la armada de EEUU, a la sazón en aquella zona para disuadir a la salvaje piratería, el joven dio la orden a su banda de asaltar el buque. El pirata entonces sin ser notado escaló el camarote del capitán y lo cogió como rehén. El capitán, hombre de valores, mientras esperaba su liberación a cambio de un sustancioso rescate conseguido por el tráfico de armas, no quiso perder el tiempo, y fiel a sus principios de honradez y rectitud, le dijo al joven cabecilla de los secuestradores:
“¿Cómo un muchacho como tú lleno de energía y arrojo malgastas tu vida con esta profesión de pirata tan indigna y depravada?”
A lo que el joven pirata, con el respeto debido, contestó:
“Soy pirata, porque no tengo nada más que unas redes medio rotas. Pero si tuviera una flota tan imponente como la que usted comanda y unos padrinos tan magnánimos como los suyos, seguro que yo sería el mismísimo Tutankamon".

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