domingo, 24 de mayo de 2009

Animal de compañía



¿Quién me echaría en falta si yo muriera? Ni siquiera el perro que no tengo me enjugaría de mis pies las raíces secas.

Ayer, mientras espero delante del semáforo a la entrada del tanatorio “La Siempre Viva”, un joven se pasea mendicante entre los coches. Y lleva como una madre en sus brazos un perro más lustroso y mejor aseado que su dueño desarrapado y pelambreras.

En mi infancia los mendigos eran más bien ancianos desarraigados, los jubilados del inserso de hoy remojados en las termas de temporada baja. Y este joven no digo yo que no sea pobre, pues lleva un vaso de plástico para la limosna. Y viste pantalones de marca regalados y zapatos de sinagoga. Pero pasea su pobreza con entereza y seguridad, porque sabe que cuando muera el “miseria” de su perro se encargará de velarlo.

No soy reportero de “callejeros” ni educador asistencial, tan sólo un conductor que espera ver encendido el verde para librarse de este joven que sorprende por la dignidad de su pobreza.

En mi infancia el pobre se vestía de humillación y tristeza. Y hoy a este pobre lo veo a gusto empleado en el cuidado de su perro, más feliz que yo empotrado en mi auto y sin nadie a mi lado que acabe con el arañuelo de mi soledad enriquecida.

1 comentario:

  1. Dicen que buen perro bien se lame. Los animales de compañia somos los humanos, y algunos alcanzan el grado de bestias. Pero tu reflexión invita a superar esas miserias tan humanas y cuestionar quién es en realidad "el pobre" en esta sociedad de consumo.
    ¡Me ha encantado, Juan!

    Un beso y hasta mañana
    maravillas

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