viernes, 6 de marzo de 2009

San Dinero



Yo no sé si el hombre, que la Policía retuvo ayer por repartir billetes de 50 y 100 euros a los viandantes en la calle, estaba loco, o lo hizo movido por aquel otro visionario que aconsejaba: “No poseáis oro... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo... He aquí que os envío como corderos en medio de lobos”.

Antaño también hubieron quienes se quedaban desnudos para demostrar al mundo que la riqueza empobrece. Otros repartían su hacienda entre pobres y desheredados y no dudaban en trocear su capa para compartir sus ropas con mendigos y harapientos.

Hoy el desinterés y la generosidad es una estupidez, si es que no está perseguida. Y lo que antaño pudo ser considerado como virtud, hoy es un valor en desuso. Criminalizamos la bondad y santificamos la avaricia. A nuestra bola vamos. El egoísmo a los altares. Lo contrario: una locura. Aplaudimos a los corruptos cuando son llevados a la cárcel. Y cuando un delegado del gobierno esconde bajo el colchón de su cama miles de fajos de dinero negro se nos llena la boca de “presunción de inocencia”.

Y es que en tiempos de crisis tan sensibilizado estamos con las cosas del dinero que no dudamos en llamar descerebrado a quien reparte su peculio sin buscar ningún beneficio.

Al hombre que ayer repartía dinero por las calles de Alcantarilla yo no sé donde lo llevaron los agentes, pero para no desentonar, sospecho que a la unidad de psiquiatría del hospital más cercano.

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