jueves, 5 de marzo de 2009

No es cuestión de huevos



Aquel hombre desde hacía tiempo era timado por el vecino. Sin ser notado, el vecino entraba por la noche en el corral de este hombre, y se llevaba los huevos de las gallinas. Su vecino había sido su mejor amigo durante muchos años. Por eso estos pequeños hurtos alimentaban más su rabia. Y por respeto a la antigua amistad, contenía su furia, pero decidido estaba a dar fin con la desvergüenza de su antiguo camarada.

Y aquel hombre le preguntó al más juicioso y entendido del pueblo, el “cuerdo” le llamaban:
“¿Es posible vencer a tu enemigo sin hacerle daño?”
El “cuerdo” tenía por costumbre responder desde el sosiego y la sensatez a todas las cuestiones que se le hacían. Se levantó de la silla y le dijo al hombre:
“¡Vayamos a tu gallinero!”
Una vez allí, el "cuerdo" cogió una gallina, y se la dió a su dueño y le dijo:
“Y ahora llevas esta ponedora al vecino, tu viejo amigo. Este gesto sin incriminación ni violencia bastará para acabar con su vergonzonería .”

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