Aquel hombre desde hacía tiempo era timado por el vecino. Sin ser notado, el vecino entraba por la noche en el corral de este hombre, y se llevaba los huevos de las gallinas. Su vecino había sido su mejor amigo durante muchos años. Por eso estos pequeños hurtos alimentaban más su rabia. Y por respeto a la antigua amistad, contenía su furia, pero decidido estaba a dar fin con la desvergüenza de su antiguo camarada.
Y aquel hombre le preguntó al más juicioso y entendido del pueblo, el “cuerdo” le llamaban:
“¿Es posible vencer a tu enemigo sin hacerle daño?”El “cuerdo” tenía por costumbre responder desde el sosiego y la sensatez a todas las cuestiones que se le hacían. Se levantó de la silla y le dijo al hombre:
“¡Vayamos a tu gallinero!”Una vez allí, el "cuerdo" cogió una gallina, y se la dió a su dueño y le dijo:
“Y ahora llevas esta ponedora al vecino, tu viejo amigo. Este gesto sin incriminación ni violencia bastará para acabar con su vergonzonería .”
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