lunes, 9 de marzo de 2009

Escena viva

“Dentro de mi no existo sino exteriormente” Pessoa
En medio de la sala un espectador se levanta como un resorte de la butaca y se dirige al público que en ese momento sigue la película con la avidez y concentración que despierta su trama.
¡Ese soy yo!
Si el director de esta cinta viera la exaltación de esta exclamación gritada con la loca emoción de su enajenación vivida, satisfecho quedaría de su obra. Pues eso precisamente es lo que el autor quería: que cuando el público visionara su filme, identificado con su historia quedara hasta el punto de confundirse con su personaje central. Y el director, al contrario del público que en ese momento culminante de la película mandó callar y expulsar con sus abucheos al espectador que no pudo contener sus gritos de identificación empática, hubiese agradecido y felicitado al sensible alborotador de la sala:
Yo me inventé este historia para hacer que tú la vivieras.
Y es que el espectador tenía la sensación de ser movido por alguien que desde fuera le hacía clamar que no era él, sino la escena viva que miraba. Y así existen seres con tanta suerte que son las gotas del agua que llueve, la montaña que contemplan o el tranquilo azul del aire que en sus párpados se detiene.

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