lunes, 9 de febrero de 2009

Soy libre



Sé que hay una palabra para decir aquello que ahora no me acuerdo. Todo lo que existe tiene un nombre. Pero hay cosas que aún siendo, el nombre que tiene les viene grande. Su verbo no se ajusta a la realidad que encarnan. Será por eso que ahora no me sale esta palabra.

Y es que aquella palabra como la piedra del santo, de tanto besarla se quedó en nada, simple oquedad horadada. Y me viene a la cabeza, no la palabra que ahora no recuerdo, sino aquel cuchillo de mi abuela que de tanto usarlo, más que forma de hoja, parecía un pincho. Porque las palabras, como las cosas, se desgastan, y no sólo de partir el pan, sino también de no utilizarlas.

Y lo que en un principio para el novio supuso arrobamiento y encanto, tras veinte años de casado, hoy sólo es rutina e indiferencia, y cuando no: bronca y enfrentamiento.

Bueno que ya me vino el recuerdo. Se trata de la palabra libertad. Que no se dejaba coger la escurridiza. Pero como dijo no sé quien:
“Veinte años buscándola. Y ahora que la tengo no sé si puedo hacer algo con ella”

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