viernes, 19 de diciembre de 2008

Que soy yo misma



“La imagen de Stern "The Last Sitting", una
de las últimas fotografías de Monroe antes
de su muerte, se vendió el miércoles 17 de
diciembre 2008 por 146.500 dólares”
(Reuters)


¡Y de qué manera lo que somos es hechura, no nuestra, sino de quienes atentamente nos observan, pues nos comportamos tal como los otros nos ven, y construimos nuestra personalidad a la medida de su mirada querida y creadora!

Si soy arisca y fría es porque arrojaste tus ojos de hielo sobre mi carne de esponja y al instante mi ardiente estima quedó congelada, aplastada por el témpano de tus pupilas de acero.

Y si por el contrario me manifiesto cálida y entrañable es porque antes tus labios tiernos se posaron en mi cara y borraron mis sombras, de colores encendieron mi cuerpo entero.

O si tal vez fuera maleta de cartón llena de nostalgias, inalcanzable, manoseada o vieja, tal vez mejor no fuera.

Picasso, Cervantes, o el último Nobel galardonado no fueron premiados por sus obras, sino por galeristas, visitantes, lectores, compradores, mecenas y halagadores. Que hay más pintores, y mujeres mejores, escondidas en los sótanos del museo de la vida que artistas celebrados en el mundo entero.

Y de nuevo la pescadilla se muerde la cola y no quiero reconocer que el desprecio, la indiferencia que siento por mi hermosura nace de mi corazón podrido y distante, que soy cabezota y me digo que la culpa siempre es del otro. Y no hay otro, que soy yo misma.