
“Me siento junto al gato resguardado en la leñera. Llueve. La tierra acoge agradecida el agua. La lluvia limpia el pulgón de los naranjos. Entre el barro y la hierba las gallinas contentas picotean lombrices y caracolas. Y en alguna parte un gorrión se cobija para sobrevivir eternamente bajo el dintel de una ventana."Mañana si alguien lee esta entrada quisiera que volviera a llover dulce y fértil como ahora. Que oliera a paja mojada, que se viera a si mismo en las hojas esmaltadas del limonero. Que oyera el canto de las canaleras. Y que un gato retozara cariñoso su aterciopelado lomo sobre unos pies seguros y calientes. Escribo para que no mueras.
Todo dependerá de la belleza y frescura, del convencimiento y la fuerza con la que yo sienta y lo escriba ahora. Las palabras deberían reproducir, actualizar el pasado.
"El gato sigue acurrucado, pegado a mis rodillas, quieto mira llover en actitud contemplativa la infinitud nublada. Y su mirada al agua que plácidamente cae sobre el bancal esponjado me contamina, es también mi tranquilo y embobado encantamiento."