
Hoy al entrar en mi casa me encontré con un pasquín enrollado en la verja. Acostumbro a deshacerme sin leer siquiera cualquier tipo de propaganda. Pero este folio escueto, hecho a mano, sin adornos ni colores me llamó la atención no sé por qué.
Tanta es la publicidad hoy en día que si no quiere morir sin ser leída, la idea, su gancho, entre tanta competencia y abundancia, debe ser fuerte, singular, personal, directo, profundo, acaparador, provocador y agresivo. Su mensaje tiene que tener un poder subliminal omnímodo. Atrapar, avasallar, minar nuestro inconsciente es su objetivo. Despertar nuestro instinto más primario y reflejo, pero sin espantar, trascender nuestra posible objeción crítica, y doblar así nuestro espinazo comprador. Hacer de nosotros un consumidor sumiso, juguete sometido casi sin darnos cuenta a su mandato, no importa cual sea la oferta.
Repito, la hoja que hoy dejaron en el portal de mi casa, sin contener la técnica, la virtualidad efectiva, los siete pecados capitales propios e imprescindibles de toda campaña de marketing, ha llamado mi atención. Insisto: ignoro la razón. Y es que la hoja en cuestión no tiene nada de particular, salvo la inquietud que sin venir a cuento ha generado en mi ánimo. Transcribo su contenido:
Empresa de Servicios le hace todo tipo de trabajos en su huerto:
Le retiramos las ramas de su poda.
Le limpiamos las malas yerbas.
Le limpiamos las hojas.
Le cortamos su cañal.
Le recolectamos la fruta.
Le cogemos sus limones, naranjas o mandarinas.
Le hacemos el riego.
Le embodillamos la acequia.
Le hacemos el mantenimiento de todo.
Le cortamos la leña.
Le cercamos su bancal o finca.
Le fumigamos.
Le echamos el abono en huerto o jardín.
Le hacemos cuadras, conejeras, etc.
Cobramos la hora a 10 Euros que incluye herramienta y mano de obra.