
Y no porque te diga que las matas de la calabaza no tienen patas ellas dejaran de andar, de lucir, acercarán, su flor apabullante a tu mirada cautiva, limpia. ¿Determinista? No. Tan sólo convencido de la vulnerabilidad del ser humano. Mi fragilidad un día me costará caro. Pasto seré de los gusanos. Que las palabras, unas son tortuosas y desentendidas, y otras, caminos certeros que nos conducen lo mismo a la comprensión que al sinsentido. Y es que las palabras, las tuyas y las mias, son como las personas, atrevidas y sensatas y en ocasiones timoratas, oscuras, casi mudas. Cuándo llegue el día en que nos confundamos con ellas, sólo entonces desaparecerá el malentendido. Homo et verbo in unum.
Soy ambiguo, papel mojado y consciente de que la verdad no es mi patrimonio. ¿Relativista? Tampoco. Sí, mal interpretado. Acusado de no dar la cara, de ser insolidario, de llevarme por el que dirán. Aún me impresiona la opinión ajena, me pone colorado.Y confieso mi delito. Soy culpable de haber nacido en el primer mundo, ser considerado, comer tres veces al día, de vivir acompañado, tener trabajo, tarjeta de crédito y hasta presumo de hipoteca y me visto con las mejores galas de mi raído traje democrático.
Nací de la indecisión y el azar. Y como la casualidad, unas veces acierto y otras no doy una en el clavo. Todas las mañana me levanto con el pie izquierdo de la contradicción, mi paradigma inseparable, y antes de que salga el sol me pregunto por qué a unos este dios dorado les cegará y otros verán su generosa luz como caida del cielo.
Y ahora me callo. Porque el silencio es también legitimado ejercicio de la libertad de expresión.