viernes, 29 de agosto de 2008

La calle del humo


La calle donde vivo se llama de “Las acacias”. Hoy, cuando ha venido el guardia para entregarme el aviso de una una multa por aparcar el coche que no tengo en la puerta de la escuela que nos prometieron en las últimas elecciones y que hasta la fecha no han construido, me ha dicho muy cabreado:
“Vengo buscando esta calle hace más de media hora. Supuse que por llamarse de Las acacias, sus ramas de oro vivo encaminarían certeros mis pies hasta su real destino.”
No le he contestado yo al emisario de sanciones equivocadas por no pecar de pedante con la máxima de aquel sabio apócrifo del país de Las Zacatolias:“nuestro vivir es el borrador ahumado de nuestra morada dolosa.” Y tan sólo le comento:
“No se preocupe, señor recadero de mensajes de paja quemada, semilla que no ha brotado. Nada es aquí lo que parece. El nombre de “acacia”, que en griego quiere decir inocencia, por su pureza y virtud no resplandece en nuestros huertos y lares. En este camino de sombras imposible discernir de las flores su amarillo, y este su falaz servidor tampoco responde a sus señas. ¡Así es que humo! "Humo" debieran poner a esta calle, y también a los que por aquí, un remiendo a medio hacer, hibernamos realquilados.”

1 comentario:

  1. jajaja.
    Me has hecho reir con este post tan natural y cargado de ingenio.
    Está bien morderse la lengua de vez en cuando sobre todo si con ello evitamos parecer pedantes.
    Pero qué bueno es decir las cosas a tiempo y tan bien dichas!!!!

    Un abrazo.

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