"En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agraces, y los dientes de los hijos tienen la dentera"(Jeremías 31:29)
Los hay que no hablan sino que escupen venablos. Y tú deberías haberte tragado la lengua antes de vomitarle a tu hija que estabas cansada de ser su madre.
Y al momento sentiste como si una rama se resquebrajara de tu tronco herido. Mucho antes de que tu boca hubiese dicho tal disparate, más bien ella con razón se podría haber anticipado:
Madre, soy yo la que debería estar de usted hasta las narices.Mejor quedarse mudo que dispararle a un hijo un no te quiero. No puede el río renunciar a su cauce, ni las estrellas desvestirse de su natural brillo. Que los padres trajeron a sus hijos al mundo "motu propio". Y no así los hijos. A ellos jamás nadie les pidió parecer de si querían llevar en sus quijales la dentera de sus progenitores.
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