lunes, 26 de mayo de 2008

El butanero


Después de muchos años de llevar la camioneta de aquí para allá Mariano creía que conducir era pelufa de caña, coser y cantar para un repartidor de butano que se pasa mañana y tarde cosido al volante de las posibilidades maquiavélicas de una gaviota con dilexia.

Pero hoy antes de empezar la ruta el butanero se bloquea. No sabe qué carril tomar. El repartidor de repente no se acuerda cual de sus manos es la derecha o la más derecha. Su indicador cerebral que hasta ahora, cual partido sin fisuras, le mantenía puntualmente informado de la lateralidad y los quiebres a tomar frente al convulsivo tráfico de la polis, le falla por arrebato. Mariano se ha quedado sin su GPS programático.

En la empresa genoveva no se explican como a chófer tan socorrido y corrido le haya podido pasar tamaño desaguisado.

Y es que ante el aluvión de tanto atajo y vericueto, ladrillos y pasarelas a cualquiera se le ciegan las neuronas, sobre todo si tiene mucha prisa en plantar sus posaderas en la poltrona del imperio hipostático del alcázar putarquiano.

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