domingo, 20 de abril de 2008

Eva tiene un amante


Eva no quiere que Adán se muera, pero…

Para ser sinceros está cansada de aguantar el fardo de su machacona conciencia, sus manías, siempre el azul plomo de las cañerías oxidadas de su cuerpo restringido.
"Si te mueres lloraré
por la falta que me haces
y luego me casaré
que todo lo nuevo place.”
Aburrida está Eva de su propio egoísmo, de un Adán que no cesa de pensarse en sí mismo a todas horas. Desde aquel tropiezo en el jardín del Edén no pasa un solo día que no maldiga su cojera. Por coger una manzana se lastimó la cadera.

No sabemos cual de los dos es el tullido o la lisiada, pues al andar siempre los vemos tan apoyados el uno en el otro que no se aprecia quien es el que realmente cojea.

Si aburrida está Eva, Adán está hasta las cejas de que la mujer ande olvidada de sí pensando siempre en el Otro, en sus infinitos besos.

Eva tiene un amante: la inocencia de la nada, ese pájaro que canta, la simplicidad de su vuelo, el color de su aleteo, la tranquilidad, la despreocupación del mañana, la novedad de la rutina estrenada.

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