Me preguntas por el jardín de la zona franca:
“No hay parque, ni siquiera el del Paraíso que no tenga lindes. No existe, es la nada. Tampoco tú eres. Sólo un camino a medias”.Vuelves a preguntar:
“¿Dónde está la plaza, ese lugar de encuentro que nos anunciaron los viejos, la cátedra, el ágora?”Y te digo:
“La virtud, manzana podrida se cayó del árbol y en el suelo germina la espina del bien y del mal”.Insistes:
“¿Y la moral?”De nuevo respondo:
“Un invento capitalista en beneficio de la producción y el consumo, finiquito del planeta. Sólo queda la confrontación, la luna contra el sol, Satán contra Dios”.No te resignas. Y me preguntas ahora por la palabra:
“Si acaso la palabra quisiera convertirse en árbitro o hermanamiento entre el averno y el cielo, bien sabe "logos" que tiene su batalla perdida. Pues la victoria, el vencedor de la vida es la muerte, el silencio. Y lo tuyo, un aquelarre de letras, una rabieta angelical, una quimera diabólica. ¡Que no, que no! Que tu babel prosódica no tiene ritmo, tampoco violines, sólo un bombo como una caldera de fuego con un timbal de culebra. Y el tambor gigante y el ofidio, los dos en estrambote final concluyen con su calderón eviterno en un mutis interminable, tu vacío congénito”.Eres terco y a pesar de mis claras explicaciones sigues con tus dudas.
Y me dices:
“Entonces ¿por qué el sol nace a media noche y las estrellas lucen de día, por qué este frío que siento me quema al rojo vivo y mis pasos no tienen tregua?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario