domingo, 25 de noviembre de 2007

La setenta y tres


“Violencia familiar”. De familiar, nada. Un desgarro en las equis de mis cromosomas.“Violencia de género”. Para empezar la palabra “género” me cae como una patada en la misma boca del estómago.

Mi pareja me recuerda a esos clientes desconfiados y sucios que van a la tienda y palpan y repalpan la tela antes de comprarla. El género de los maltratadores, el de los que soban la mercancía hasta dejarla mugrienta y llena de jirones.

Luego, el silencio incriminador, “Cariño, calla, tú no entiendes nada". Y mientras tanto la Ley Integral contra la Violencia de Género frente a la tele en la mejor butaca de la casa. Terrorismo doméstico: “Menopáusica, eres una histérica”.

Hoy abandono el claustro de esposa, sacramento de cera prostituida. Me despojo de mi lana de res victimizada y me coloco mi pellejo de zorra justiciera. Ya no puedo más.

Cansada estoy de curar las heridas con la sangre de mis lágrimas. Me avergüenzo de mentirle a mis hijos que tienen un padre maravilloso, de fingir ante mis vecinos ser una buena esposa. Harta estoy de lavar mi carne manchada, de llevar gafas de sol en pleno día. Esposa y puta. Dos en una sola carne.

Y lo peor es que este odio que siento tan fiero, se alimenta de un amor que no entiendo. El universo no es una danza. Las mulas no hablan. Los montes lloran. Y el cielo calla. Las amapolas no florecen en invierno. Y en nuestro país setenta y dos mujeres han sido asesinadas en lo que llevamos de año. No voy a ser yo la setenta y tres.

La comida a su hora. La ropa planchada en su armario. Sus zapatos limpios. Mi sonrisa abierta. Su jardín siempre listo. Y para mi, el desprecio, las amenazas veladas.

Luego vinieron los gritos, la primera bofetada, las violaciones. Los hijos fueron mi freno. Y mi dependencia económica mi atadura.

Las denuncias se las tragó la burocracia. Las órdenes de alejamiento: barreras sorteadas por el murciéalago en plena noche. En este momento mi marido yace con sus amores ajenos en mi propia cama. Me obliga a comer su excremento. Su arrepentimiento son padrenuestros en las puertas del infierno. Mi perdón, sebo para sus atropellos de nuevo.

Por eso hoy le enciendo una vela derretida al diablo, mi cuerpo envilecido.

Sé que mi decisión no resuelve nada. La violencia se alimenta de la violencia. Pero estoy ofuscada. “De hoy no pasa, le plantaré cara. No más humillaciones”.

Si quieren saber más de esta historia lean la prensa mañana. En la página de sucesos encontrarán la noticia:

“Muere una mujer al ser extrangulada por su marido. El lamentable suceso tuvo lugar poco antes de las 23.00 horas del día de ayer en el mismo dormitorio conyugal. Al parecer la pareja se enzarzó en una pelea por motivos que se desconocen. Los vecinos no se explican lo ocurrido”. Con esta víctima el número de muertes por malos tratos en nuestro país se eleva ......”