Recibo carta certificada para una reunión. Con ser su aforo limitado la invitación es ampliable a mi pareja y a un matrimonio amigo, si es que así lo deseo. Se trata de una oferta exclusiva y personal de una sociedad comercial cuyo nombre me reservo para no incurrir en publicidad ilícita. A los que asistamos se nos entregará gratuitamente todo un arsenal de regalos que bastarían para poner por nuestra cuenta todo un bazar en la Gran Vía: amuletos, mecheros, relojes, bolígrafos, medallas bañadas en oro, una pastilla de jabón, ambientador para el coche ... Todo un derroche en deferencia y generosidad. La casa por la ventana.
Leo al dorso que esta firma es altamente valorada en el mundo entero por sus originales diseños de vanguardia confeccionados especialmente para cubrir las necesidades ineludibles del ser humano. Actualmente promociona una gama de sombreros y pamelas de tercera generación xbypz460 para pies de andar fino y otra -la byp200- para los de pisar duro. Todo un ingenio que desborda los índices de venta al tiempo que entusiasma a peregrinos, senderistas y maratonianos del colesterol. Para más inri "Ganga Society" ha sido galardonada con el prestigioso premio "Mejor Solución a un Problema" que el Ministerio de Fomento concede cada año.
Esta apoteósica campaña de promoción desbordante por lo que veo se debe principalmente al mensaje subliminal que se desprende de la desinteresada invitación que me acaba de llegar por correo. Todo un equipo de sesudos doctores en psicologia mercantil tardarían más de tres años en redactar este prospecto.
Como prueba os transcribo textualmente uno de sus párrafos finales:
“Si además, traen 100 euros a la reunion, ¡sólo enseñarlos, sin dejarlos en prenda!, al final de la misma, recibirán además de los obsequios anteriores, un regalo sorpresa”.
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