“Yo de este asunto sé poco, pero mi primo supongo
que sabrá. Y entonces dijo: ‘Oiga, he traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que iba a hacer mañana en Sevilla. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?”
(Palabras de Mariano Rajoy sobre el cambio climático ayer en el Congreso Nacional de la Empresa Familiar)
Y es que los primos son la leche, lo mismo te invitan a ir a su boda con frac, que te meten en un berenjenal.
Tengo yo uno, mi primo Tato que no es tonto y que compra siempre en Media Markt que me dijo una mañana:
“Esta tarde lloverá de lo lindo”.
Estábamos a mediados de agosto, el día calentito, hasta huevos se podían cocer en el capó de la furgoneta. Descapotado también el cielo azul como una era limpia de trigo y paja. Pero ¿quién no iba a creer a mi primo que se había sacado un máster en metereologia con el mismísimo editor del calendario zaragozano?
Luego ya a la noche cuando nos vimos en casa de nuestra abuela, le dije:
“Verdaderamente, Tato, me engañaste como a un primo.”
“De eso nada -me dice muy serio. Te engañaste tu solito. Yo tan sólo sólo te dije que iba a llover pero no te dije en qué galaxia."
Y es que mi primo Tato, el primo de Rajoy y éste último incluído son los tres pero que muy graciosos.
Esta mañana en lugar de salir por peteneras con chiste tan aburrido bien podría yo haberme dedicado a negarle la mayor a Don Marariano, pero como las editoriales hoy lo haran de sobra y con son saña, yo me voy antes de que me caiga encima el calentamiento global, el derretimiento de los glaciares de Alaska, ese casquete polar que a los habitantes de Shishmaref los sumerge tres metros cada año en el mar.
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