domingo, 7 de octubre de 2007

El sombrero de Dios





“Creo que el Dios al que rezan los musulmanes
es el mismo Dios al que rezo yo.”
(George W. Bush)


También habría que preguntarle a los musulmanes, si un creyente que declara la guerra a su pueblo puede ser al mismo tiempo correligionario suyo. Puestos a creer, hasta los ateos, señor presidente.

Dios desde su Nada Absoluta estará disfrutando de lo lindo al vernos aquí abajo en la contingencia del “todo” como entre unos y otros nos disputamos su posesión. Que parecemos niños peleándonos por el mismo juguete.

Y puestos a preguntar, le diríamos al mismo Dios si él cree en su Persona. Dicen los psicólogos que el individuo es lo que los demás opinan de él. Que no nos pase lo de aquel niño, que de tanto decirle el maestro que tenía la cabeza más dura que el cemento, de mayor acabó de adoquín en un paso de cebra pisoteado por todos.

Para que los demás crean en nosotros tenemos que creer primero en nosotros mismos.

No soy quien para dar lecciones, y menos a Dios. Pero para mi, si Dios quiere que creamos en él, debe asistir cuanto antes a una terapia de grupo y recuperar la confianza en su propia divinidad, mirarse en el espejo de las opiniones ajenas. Pues si Dios “es” lo que van diciendo de él sus fieles más representativos, me supongo que tendrá su concepto divino, la autoestima por los suelos.

Sí, ya sé. Luca de Tena dijo que Dios escribe derecho con renglones torcidos, pero también dijo Nietzsche que el hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza. Y para mí que el presidente Bush en su confesión urbi et orbi de hoy se esclafó el sombrero de Dios a su medida. Por no decir que tomó el nombre de Dios en vano.

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