
Desde que a mi vecino lo enchironaron por cargarse de un navajazo trapero al lucero de la luna yo he tomado la precaución de limpiarme meticulosamente las manos. A él los picoletos lo cazaron porque encontraron partículas de la leche de la sangre de Selene en la hendidura de una uña. Por eso yo todas las mañana me hago muy bien la manicura.
Y es que potencialmente de cualquier crimen pudimos ser nosotros también su perpetrador convicto. La autoría de un delito no es patrimonio de una determinada persona. La maldad anda repartida al azar y el delincuente que asestó su puñal de cieno en el corazón de un rio, o este que estranguló el mar contaminado, o aquel que con gas, con cianuro o con una cerilla atrancó las vías del pulmón del mundo, lo es tal vez porque las circuntancias se cebaron de manera fortuita sobre su voluntad debilitada, la precariedad de su mente contrahecha, la ignorancia de su pobreza resentida.
Sólo recordamos las cosas buenas que hacemos. De las malas enseguida se apodera de nosotros el Azheimer, pero las pruebas de nuestra fechoría quedan para siempre esculpidas en las manchas de la luna.
Yo por eso enseguida me olvido de mis patrañas y por si acaso todas las mañanas me hago la manicura.
Tu madre es muy creyente pero su fe no es tan fuerte, ni ella tan tonta, como para ignorar que te pudres en el infierno. Cuando te arrestaron prometió nunca más saber de ti, pero el veneno de tu sangre nunca dejó de ser miel para sus labios amargos.
ResponderEliminaresto Azulada es muy bello..