viernes, 7 de septiembre de 2007

Lepidóptero calcinado



En este mismo momento observo como un diminuto insecto es seducido por el calor luminoso de la bombilla del flexo.

Zeus armado con su culebrina juega esta mañana a la ratita desde la cumbre del monte sagrado de su infinita invulnerabilidad desinteresada. En su mano lleva un reluciente vidrio. Con zigzagueante ritmo el olímpico dios no cesa de encandilar ocioso a los que abajo, sumidos en la sombra de un septiembre anodino, nos afanamos por atrapar el caprichoso reflejo de su espejo.

Zeus se divierte, goza con nuestros amagos, se ríe de nuestras correrías inútiles, vanas esperanzas. En su día nos prometió que si conseguíamos hacernos con la bulliciosa rata de su fugaz pasatiempo, fundidos seríamos en el quimérico rayo de su eternidad incandescente.

Intento ahora comprobar que es lo que ha sido del lepidóptero y no veo ni rastro.

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