Ya nos advirtió el poeta: Vendrán más años malos / y nos harán más ciegos / vendrán más años ciegos / y nos harán más malos. (Rafael Sánchez Ferlosio.1993)
Hoy más que nunca, noto, veo, oigo y huelo, se mastica cercano un futuro aciago, un resurgimiento irracional e interesado, conservador y atávico, locas voces, himnos viejos, gestos raciales, ademanes impasibles que dirigen con taimada astucia su vista al pasado como moneda de progreso y cambio. Todo un contra sentido. El pasado jamás regresa. Los ríos y el sol siempre siguen su curso hacia adelante.
Y ante esta negra ola de malos augurios, mis huesos se estremecen. Me producen miedo. El mismo miedo, pánico y terror que sólo el ver llover le causa al hijo que vio morir a su madre arrastrada por la Dana de Valencia. Y yo les deseo a todos estos profetas espurios e interesados, con botas de cuero, calzados, y pistolas al cinto, que sean reducidos, en paz y sin venganza, como la mujer de Lot a estatuas de sal. No es deseable, ni moral, ni inteligente que hoy haya quienes quieran que amanezca una Nueva España con aquellos mismos nubarrones, escudos, banderas de un nuevo y trasnochado fascismo, manos amenazadoras y extendidas a la revancha y el odio, prestas a maniatar nuestras mentes, a extraditar nuestros cuerpos, para que volvamos a las viejas cárceles de antaño, a las cunetas, a las comisarías y los paseos, y que otra vez conciudadanos y hermanos nos destrocemos como animales en celo a los pies de los paredones del cementerio.
Avivar las hogueras del pasado, (o témpora o mores), con conjuros imperiales sin sentido, apelar al regreso antinatural e involucionista de los mismos demonios que nos tuvieron amordazados durante más de treinta años, es tener el cerebro raso, mala fe y mala baba. Es como dar de comer a los mismos cuervos que nos devorarán mañana. Se avecinan malos tiempos para la lírica. Aviso para navegantes.
Pero así como hay quienes, desconfiados y obtusos, recurren al pasado, de cuya caducidad no es posible que brote fruto alguno, los hay también que miran al horizonte, y tiran del hilo de sus deseos hacia la meta del un futuro prometedor para todos... porque el pasado nunca vuelve.

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