viernes, 4 de abril de 2025
Un sueño intrascendente
Hasta ahora, reconozco haber soñado sueños raros, extravagantes, surrealistas, pero nada adivinatorios. Por ejemplo si una noche soñaba que me había tocado la lotería, por la mañana bien temprano iba al quiosco, y comprobaba que mi décimo no se correspondía con ningún número premiado.
Ana se me apareció anoche en sueños con un nuevo corte de pelo. Durante los años que la conozco siempre vi a la mujer de mi amigo Joaquín con el mismo tocado. Largas mechas blancas, surcando su ovalada y esbelta cabeza sobre sus modestos hombros honrosos. Siempre con su sonrisa sincera, amable y espontánea. Pero, anoche, su cara en el sueño se me reveló de manera inusual. Ana había cambiado de peinado. Muy extraño en ella, siempre tan metódica y constante en sus atuendos y maneras. Y en lugar de lucir su habitual melena de plata, rizos negros azabache salpicaban su cabeza de matrona empoderada.
Mi amigo Joaquín vive con Ana en el campo, a unos treinta kilómetros de la ciudad. Tienen un ganado de vacas y una pequeña quesería familiar. Su estilo de vida es sencillo. Modesta y natural su manera de pensar. No son fanes de nada. Sin dogmatismo alguno. Buena gente. Nos conocemos desde el instituto. Y hasta hoy compartimos imborrable nuestra amistad. Nos vemos dos o tres veces al año.
No soy muy dado a elucubraciones ultra sensoriales, más allá de lo que veo y palpo. Esta mañana, sin darle mayor trascendencia al sueño, lo comento con mi mujer. Ella, más empática y capaz de percibir el aromático tic tac del corazón de una flor, o sentir simplemente la alegría del aleteo de un gorrión posado en la ventana de nuestro dormitorio, decide que vayamos hoy mismo a hacerle una visita a nuestros amigos. Comprobemos la realidad de tu sueño, -me dice-, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
No lo niego. Me he asustado incluso de mí mismo al ver a nuestra amiga Ana. ¿Cómo puede un sueño adelantarse a algo que todavía yo no había tenido la oportunidad de averiguar? El sueño no tenía nada de extraordinario. Tal vez por ello el impacto de su intrascendencia me ha causado un impacto mayor. Ana simplemente había cambiado de peinado. Cosa completamente normal. Con todo ando estimulado por la fuerza determinante de este sueño intrascendente. No sé si será cierto decir que la vida es sueño, lo que sí hoy he comprobado que soñar es imprescindible para vivir, hacer un viaje, o simplemente visitar a unos amigos.
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