lunes, 5 de febrero de 2024

Sólo un sueño



¡Mira que Apolo tuvo amantes! Pero ni siquiera Beatriz, ni ninguna otra Dulcinea colmaron del dios sus ganas.

Los sueños son un acto íntimo. Un reflejo inhibitorio, compensatorio del ser humano, de la naturaleza. Un regalo de los dioses. Sueñan los árboles que son caballos surcando mares. Y las nubes que son olas. Y las olas que son flechas enamoradas de los delfines. Sueñan las estrellas, aburridas allá en el cielo, con bajar a columpiarse al parque de los zagales, a disfrazarse de criadas, enamorar a militares, almorzar al pie de obra con los albañiles. Sueñan con ser mujeres las flores y los violines. ¡Hasta la pólvora sueña con ser azúcar, la piedra convertirse en agua, el agua en vino, y el aceite a dos reales, y no a un ojo de la cara!

La naturaleza en invierno se enclaustra en una burbuja invulnerable para no ser zaherida, anegada y vencida por la realidad pasajera que todo lo destruye. Y se recluye en sí misma defendiéndose, alimentándose de sus sueños. Los sueños, al contrario que la realidad efímera y fungible, son como el diamante, como la muerte, indestructibles.

Aquel día amaneció Hipnos, esperanzador y jovial. Y se dispuso a sus tareas cotidianas con un inusual optimismo del que ignoraba la causa. No cayó en la cuenta que, la noche antes, sobrecogido fuera por un placer profundo del que no recuerda nada. Fue sólo eso, un sueño, un sueño tan sutil como eterno. Tan eterno como incombustible e inolvidable. En medio de un mar de fuego su alma sin su cuerpo, a la orilla de un mar sin orilla, se vio dulcemente entallado al cuerpo de una mujer tan bella que ni siquiera mujer era, era la mismísima Lilith enarbolante de Paraíso. Y comió y bebió el dios Hipnos de ese amor como un caníval. Sí, un caníbal con uve, tal fue su voracidad y satisfacción colmadas.

Esta mañana Hipnos se ha levantado sumido en un sueño del que no siente ni recuerda nada. El olvido es la puerta abierta al infinito despejado. Las barreras del sueño se defienden con instintiva amnesia de una realidad herida por la ausencia onírica de un amor jamás vivido. Alzheimer de amor. Hipnos duerme feliz de nuevo en el silencio de su olvido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario