Dice Manuel Valls Yo dejé el Partido Socialista Francés porque su rumbo me pareció equivocado. Mi partido aguantó porque estaba en el poder. Cuando perdió desapareció. Cuando caiga Sánchez, podría desaparecer también el PSOE.
Estas palabras, (recogidas hoy del diario digital El Español), del ex primer ministro de Francia, (2014-2016), no sólo las interpreto como un mal vaticinio contra alguien en particular, sino como una cierta visión oportunista de una política seguidista, revestida de personalismos idolátricos. Más allá de las personas que lideran un programa de gobierno, deberían primar sobre todo sus contenidos basados en la defensa de unos determinados valores como formas reguladoras del funcionamiento de la sociedad civil.
Los gerifaltes de los partidos serán sustituidos, destituidos, decaerán, morirán al igual que ha perdido Sergio Massa en Argentina, al igual que murió apuñalado Julio César y desterrado fue Napoleón. Y al igual que ellos, también morirán todos aquellos que como mariposas merodean alrededor del fatuo destello de unas siglas. Alcanzar el poder es el objetivo primordial de cualquier partido que se erige como herramienta, (no como un fin en sí mismo), para un nuevo ordenamiento cultural-económico-jurídico-distributivo-educativo… de un país.
El cielo y la tierra pasarán. Morirán los partidos y sus dirigentes, como murió Perón y Santiago Carrillo. Morirán también los que lamentablemente consideran el poder como un fin en sí mismo. Pero la defensa y los auténticos valores como la libertad que emanan de una conciencia justa nunca desaparecerán. ¡Sí la libertad! Pero no la libertad de poder tomarte una cerveza en Madrid mejor que en Barcelona, sino aquella libertad de la que hablaba Bakunin:
Yo entiendo esta libertad como algo que, lejos de ser un límite para la libertad del otro, encuentra, por el contrario, en esa libertad del otro, su confirmación y su extensión al infinito; la libertad limitada de cada uno por la libertad de todos, la libertad por la solidaridad, la libertad en la igualdad; la libertad que triunfa de la fuerza bruta y del principio de autoridad, que no fue nunca más que la expresión ideal de esta fuerza... Yo soy partidario convencido de la igualdad económica y social, porque sé que, fuera de esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moralidad y el bienestar de los individuos, así como la prosperidad de las naciones no serán nunca nada más que mentiras.
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