lunes, 13 de febrero de 2023

El pasado es mi presente


 
Recuerdo a la joven viuda del Onofre, con el medallón de un mozo apuesto siempre colgando entre el canalillo de sus bulliciosos senos. Una mañana, de las muchas que mi madre me mandaba a la tahona a comprar el pan, me atreví a preguntar a la panadera, a quién pertenecía la cara de aquella imagen. Ella me dijo, acercando la foto a la bombilla interrogante de los indecorosos ojos de un niño curioso y descarado: 
Este hombre tan guapo, al que ves aquí, fue mi mirado, se me murió. Desde entonces el pasado es mi presente. Lo llevo conmigo desde que me levanto hasta que me acuesto.
Dice Huidobro en Sátiro o El poder de las palabras: Para un hombre el pasado es una mujer. En cambio para la viuda del Onofre, el pasado fue el presente de su difunto marido.

En contra de lo que dijera el apóstol Pedro en su primera carta a los judíos de la diáspora, calificando a la mujer como vaso frágil, para mí que se equivocó de cabo a rabo. Las mujeres resisten mejor la pérdida, los infortunios. Son más fuertes, menos vulnerables que los hombres. La naturaleza, con el fin de preservar de su desaparición a la especie humana, dotó a las mujeres de un mayor caudal genético. Los hombres somos más débiles.

Ayer me encontré con un amigo al que hacía pocos meses habíamos enterrado a su pareja, (más de cuarenta años conviviendo los dos muy bien avenidos). Me dijo con lágrimas sobre el surco de sus viejas mejillas labradas por el duelo: 
Quien debería haberse muerto era yo. No aguanto estar sólo. Sobrevivir sin la buena de mi mujer, se me hace imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario