jueves, 23 de septiembre de 2021

En las cumbres el día es hermoso

 



El firmamento será siempre azul
y la Tierra reverdecerá en primavera.
Pero tú, hombre, ¿cuánto vivirás?
¡No tienes ni un siglo para gozar
de todas las vanidades putrefactas
de esta Tierra!
(Li-Tai-Po. Poeta chino. 701-762 d. C.)

Ante la erupción del volcán de Cumbre Vieja conmovido estoy por tanto terror y a la vez tanta belleza. También estoy avergonzado por la calma consentida que estas escenas me producen. No sabía yo que la belleza explosionada y el estallido de una montaña en llamas pudiera causar tanto dolor, vacío, admiración y sometimiento frente al poderío imparable de la naturaleza. Jamás hubiese sospechado ver en un infierno imágenes tan sabias como hermosas. Las bocas de lava, cual Leviatán antediluviano, me dicen cuan insignificante es el ser humano frente a la inmensidad del universo. Y así como cualquier otro infortunio ocasionado por otras fuerzas ajenas a la Tierra, (las guerras, el poder, la avaricia, la insensatez humana…) me encabrita y rebela, estos desmanes geológicos en cambio, aplanado me dejan por su irremediabilidad física. Y descubro dentro de mí un amor excepcional por este nuestro planeta que grita y llora. Y me veo a mí mismo como aquellos otros terrícolas de la edad de piedra, cuando ante tales accidentes cosmogónicos, desvalidos suplicaban, (no sé a quién), protección y ayuda. Y en medio de tantos temblores y turbulencia, danas y coladas, asolamiento, destrucción y columnas de fuego, cual los primeros habitantes del planeta, me siento espectador en éxtasis escuchando el latir de la tierra. ¡Y qué arrogancia y aberración la mía haberme creído ser parte insustituible del universo! Perdido me hallo en medio de una galaxia en expansión continua. 

Y me viene a la memoria aquella frase que Mahler añadió a su partitura La canción de la tierra. El compositor, como se sabe, aquejado por la muerte de su hija, infunde todo su dolor en su música, un dolor que al final de su novena sinfonía se hace esperanzador, dulce y relajado: En las cumbres el día es hermoso.

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