viernes, 12 de marzo de 2021

Mejor así como estamos



 A veces en nuestra vida actuamos sin saber. Y es así, como nuestro organismo se quita de encima algún infortunio que otro.

Por ejemplo tiene el Sortijas, que así es como yo llamo a Jacob, el hijo de mi hermano, la costumbre de entretenerse con el móvil a todas horas. Y en lugar de discutir con su padre o comerle la oreja a su hermano por asuntos de herencia, mi sobrino el Sortijas se mete en su cuarto con su Hitman GO, que según tengo entendido es un juego de estrategia que le permite a uno escapar de sus enemigos y esconderse para que no le vean, ni le molesten.

Sin ir más lejos, la otra tarde fui a visitar a mi hermano. Era su cumpleaños. Me apetecía darle un abrazo. Mi cuñada se lió a discutir con su hijo Jacob de mala manera. Le recriminaba no estar con todos a la hora de la tarta. Jacobo se defendió de tal manera de las acusaciones de su madre, que sus argumentos se me quedaron grabados por su originalidad y coherencia:
Mamá, no creas que quiero justificarme por esta tonta manía de perder el tiempo. Pero he de reconocer que, cuando cojo el smartphone, me veo libre de las cosas malas que me cargan y se me pasan por la cabeza.
La madre ni corta ni perezosa contesta al hijo:
¡Cargas, hijo, las que yo llevo contigo, que no das un palo al agua!  Se te va la vida sobando el móvil.
El hijo tampoco se muerde la lengua:
Si tú haces yoga o taichí para no pelearte con tu marido… pues yo lo mismo: juego a ser el Agente 47 para no reñir con mi hermanísimo Esaú. Y si el papá se va a la huerta, coge el legón y se pone a cavar como un loco los olivos que no tenemos, es para no pensar en los años que nos quedan por pagar la hipoteca de la casa. Así que no vengas camelándome con tus moralinas de madre sacrificada. El sacrificado, ¡yo! que tengo ya veintiocho tacos y no sé lo que es un curro. Que sepas que el móvil me ayuda a desconectar de este mundo ingrato que me acosa como serpiente a pájaro enjaulado. Y en tal situación de alivio me veo, cuando juego a rescatar a todas las princesas de la red, que me siento en paz y relajado, como ese Jacob de Ribera durmiendo a pierna suelta en el Prado, libre de las monsergas catonianas de su madre Rebeca y de la tirria de su hermano Esaú que quiere quitarle el plato de sus lentejas. 

Mi sobrino el Sortijas, que bien pudiera haber sido un buen profesional de la psicología, remató su argumentación a la manera salomónica: 

¿Sabes, madre, dónde estaría yo ahora si no estuviera jugando aquí con el móvil? metido en la cárcel por trapichear con cristal o kentamina, o tal vez tirado en una cuneta por un ajuste de cuentas. Pues mejor así como estamos. ¿No te parece, mamá?

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