martes, 14 de abril de 2020

Pactos de Reconstrucción





No seré yo quien se oponga a cualquier Pacto de Reconstrucción para poder salir adelante tras la pandemia del Coronavirus. Además, ¿a quién le importaría la opinión de alguien que ni pincha ni corta en temas de tan alto calado contractual? Pero la verdad es que no quisiera que una de las primeras resoluciones de estos acuerdos fuera la congelación de las pensiones y salarios de las clases populares.

Sé que no es el momento para meternos en estos berenjenales, que lo que toca ahora es que arrimemos todos el hombro para quitarnos de encima cuanto antes la bicha del Covid-19.

Sé también que tras este funesto hito histórico ya nada volverá a ser igual, nada será como antes. El paradigma que hasta ahora nos valió como referencia cultural, laboral, filosofía de valores, comportamientos sociales... no será ya el espejo donde ayer nos mirábamos. Para ajustar nuestra imagen al nuevo modelo surgido de estas extrañas e inesperadas circunstancias y, tras haberse roto por tanto el cristal donde antes confiadamente nos mirábamos, aparecerá un nuevo arquetipo, otro espejo en el que tendremos sin duda que fijarnos para reconducir nuestros pasos por otros caminos aún desconocidos. Pero no quisiera que las conquistas sociales conquistadas hasta ahora en materia laboral, sanidad, educación, libertad sexual, democracia, feminismo, mejoras sociales, dependencia... fuesen recortadas. O es que ¿acaso nuestra sociedad del bienestar habrá tocado techo por este motivo? No lo sé, no lo creo. No lo espero. Como tampoco quiero creer que haya gente indeseable que quiera apuntarse a unos Pactos de Reconstrucción para poner sus intereses a salvo a costa de la penuria de la mayoría. A río revuelto ganancia de pescadores.

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