Los niños y niñas están en clase. Todos sentados formando un círculo en el suelo. Es la asamblea de la mañana. Los niños comentan las cosas del día anterior.
La que ahora habla es Rocío:
El abuelito de Noel se murió el otro día.La maestra pregunta con ternura tratando de consolar al niño:
Noel, ¿tu abuelito dónde está?
En el cielo – responde el niño.La maestra no sabe si está metiendo la pata. Aun así, se atreve a decir a Noel:
¿Tú quieres ir al cielo?Noel muy serio responde con un ¡no! claro y contundente.
Rocío saca su avispada cabeza entre los cuerpos de los demás niños, mira a los ojos de Noel e interrumpe la conversación queriendo interpretar el no de su compañero:
¡No, seño, porque si Noel se va al cielo, se muere.La maestra por supuesto se abstiene de hacer comentario alguno a la aplastante lógica de la pequeña. Son los niños, según sus capacidades, los que deben sacar sus propias conclusiones.
La joven maestra, al concluir la jornada, regresa a casa y le cuenta a su madre las ocurrencias de la niña Rocío. La madre comenta:
¡Qué bonito, la muerte es el cielo!
O qué desgracia -añade la hija. Si el cielo es la muerte, yo, madre, tampoco quiero ir al cielo.
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