viernes, 31 de enero de 2020

Más feo que Picio





Esta mañana te has llevado un susto tremendo. Al verte en el espejo no te has reconocido. Otro era el que has visto cuando te lavabas la cara. No es que te vieras con más años, al contrario, tu aspecto era formidable, sin canas ni arrugas, incluso te has visto afable y sonriente, cosa poco común en tu careto avinagrado. Hasta esa verruga negruzca y colgandera debajo de tu nariz había desaparecido. Pero tú querías seguir viéndote a ti mismo, aunque tu rostro siguiera siendo el de un cristo, o el del diablo, o tu mismísima cara fuera la de Picio a quien el cura tuvo que dar la extremaunción con una caña de lo feo que era.

Puede que tu trayectoria, tu imagen sea un trasto, pero no la cambiarías por otra que no sea la tuya, aunque aquella en la que te has visto esta mañana sea más bella que la del dios Apolo. Acostumbrado a ver tus manos tendinosas y llenas de callos, tus pies corvados, tu espalda doblada, lo más lógico hubiera sido agradecer al destino verte a mejor.

Es cierto que ya otras veces te habías visto de forma parecida, pero se debía más bien a una sensación psicológica y no física, más filosófica y reflexiva, propia de un hombre que entrado en años piensa que el tiempo es un viento huracanado que poco a poco nos deforma, nos erosiona. También es cierto que tienes muy bien asumido que la decrepitud no forma parte sustancial de la desaparición de lo más esencial de tu ser. Pero lo que no aceptas es que otra persona, aun siendo más hermosa, fuerte e inteligente venga a desalojarte de este cuerpo con el que llevas viviendo desde que naciste. Te asiste el derecho de usucapión, (y qué palabreja), es decir eres el dueño legítimo de lo que contigo has tenido durante un largo tiempo. Tu vida es tuya y no la cambias por nada. Y esa sensación de ser tú el que la vives, te causa un infinito placer.  En este valle de lágrimas en el que te consumes, tu vida es un colador de experiencias extrañas y contradictorias de las que te arrepientes y protestas, pero es tuya; y esa es tu mayor suerte. Mundo jodido y sucio el tuyo, pero ¡es tan bonito vivirlo!

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