miércoles, 6 de noviembre de 2019

Gafas para ver por dentro





Nunca supe yo del cometido de las Cámaras de Comercio..., hasta ayer, que fui a la óptica a renovar mis gafas. Son tantos los súbitos apagones y refulgores esquivos a los que últimamente mis ojos están sometidos que no veo tres en un burro. No sólo eso, sino que los viejos ventanales de mi mirar escuálido estaban ya más rayados que la libreta de un tonto.

El joven que me despachó, después de prescribirme unas gafas nuevas, (que me costaron, nunca mejor dicho, un ojo de la cara), me regaló un boleto para un premio que promociona la Cámara Oficial de Comercio de Murcia.

Dicha papeleta, en caso de ser yo el agraciado, me dará derecho a compras no superiores a 300 euros por cada establecimiento que yo visite, hasta un total de seis mil euros. El premiado tiene el tiempo contado. Las compras habrá de hacerlas sólo el 29 de noviembre. Y para más inri, de 10,00 a 13,30, un tiempo récord, tan sólo en tres horas y media. El premio se limita a lo gastado en ese periodo. Una auténtica gincana. O sea, que si tengo suerte, me veré forzado a recorrer de cabo a rabo toda la ciudad, buscando las tiendas adheridas a esta campaña, a la que llaman del Reloj. Del contra-reloj, diría yo.

Y tras acabar de leer con mis gafas nuevas las condiciones de este premio-compra-reloj-impulsivo-compulsivo, me dieron ganas de tirar las antojeras a la basura. Para leer lo que hay que leer, es decir: montarme sobre las espinas del diplodocus capitalista, no necesitaba yo estas recién estrenadas monturas.

¡Por supuesto que comprendo el interés de la Cámara de Comercio en promocionar con esta sesuda estrategia el desarrollo de nuestra región! Pero no sé si el exagerado consumo acrecienta o desgasta nuestro anhelado porvenir. Tampoco entiendo la pugna entre quienes defienden la desaceleración o el crecimiento cero como medida de supervivencia o progreso. Lo que sí sé, es que me sienta como un tiro, cada vez que salgo de compras, por mucho que el psicólogo me haya aconsejado que no hay nada para curar mi depresión como tan saludable tarea.

Y lo que más me exasperó de esta original iniciativa de la Cámara de Comercio fue la última condición abusiva de la letra pequeña del número que me regaló mi amigo el gafero:
El premiado estará obligado a atender a los medios de comunicación y participar en todo aquello que la Cámara considere oportuno para la difusión de sus objetivos.
¡Faltaría más! Pues por aquí sí que no paso. Nada de complicidades y apologías con medidas inflacionistas que no comparto. Por tanto, si tal vez fuera yo el agraciado, no me esperéis, oh Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Murcia, que alabe y me rinda al laissez faire del poder absolutista del mercado. Crecer por dentro es lo que en este momento precisa mi cuerpo. Gafas de cerca, gafas de lejos, pero sobre todo, gafas para ver por dentro.

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