martes, 9 de octubre de 2018

El Ángel de Salzillo




Don Cristóbal Beloso es profesor del Museo de una importante ciudad del sur del país. Este hombre de espaldas dobladas, pero de ojos refulgentes, dirige el Taller de Restauración del Museo, y a la vez, imparte cursos a quienes se interesan por aprender a mirar una obra de arte. Aprender a contemplar la belleza es saber vivir la vida, -les dice don Cristóbal a sus alumnos. Al profesor le gusta llamar a sus clases la “Escuela de la Mirada". Pero un día el cielo amanece nublado y en el museo echan en falta una escultura, la más valiosa de su precioso elenco. La prensa comenta:
El robo de “El Ángel de Salzillo” supone un gran revés para la comunidad. Esta imagen es de un valor incalculable. La última oferta hecha por un anónimo magnate americano supera los cinco millones de dólares. Una obra de tal calibre está fuera de toda especulación. Todos los que tuvimos la suerte de contemplar "El Ángel de la Oración del Huerto" sobrecogidos fuimos por su luz, prendados de la dulzura de su piel, hipnotizados por la frescura de su movimiento, la inocencia de su desnudez, la fortaleza de su alivio. Con la desaparición de esta escultura, la más representativa de la imaginería del barroco del siglo XVIII, el sol ha dejado de iluminar nuestra tierra. Ya no es posible el asombro. Y la vulgaridad acampa...
Las cadenas de televisión y la opinión en general se ensañan con la administración del Museo por no prevenir expolio tan execrable. Ante tal presión mediática el director del Museo rescinde el contrato a don Cristóbal y encubre su responsabilidad con el despido del ilustre profesor. Estas fueron las palabras del director:
Nadie por supuesto le acusa del robo del "Ángel", mi querido profesor; pero razones obvias me obligan a prescindir de sus servicios. Al fin de cuentas, usted fue la última persona que tuvo bajo su tutela “El Ángel”.
Es cierto. Don Cristóbal Beloso la víspera de la fatídica desaparición de "El Ángel" hizo llevar esta imagen al salón de actos del museo. El profesor quiere que sus alumnos aprecien "in visu" la lujuria de su belleza, la elegancia de su policromado. Para el profesor, "El Ángel" de Salzillo muestra, mejor que ninguna otra disertación académica, el arte como manifestación suprema del pensamiento y la conciencia.

El Profesor explica a sus alumnos:
Sueño y Vida se funden en el cuerpo desnudo de esta escultura. Por su carácter andrógino "El Ángel" es yin y es yan, la cuadratura del círculo. El lado izquierdo de su faz representa el rostro de un joven apuesto, mientras que el derecho pertenece a la cara de una mujer hermosa. Fuerza y sentimiento, virilidad y fecundidad, carne y alma unidos. Hasta que el hombre no deje de ser varón, y la mujer, hembra, hasta que los dos no sean una misma cosa, no podrán entrar en el Reino de los Cielos. El arte libera de la esclavitud al príncipe encadenado, abre las puertas de la libertad a la mujer enclaustrada. Aquel de vosotros que logre descubrir el secreto tallado de esta obra conocerá el significado de la existencia humana, la profunda realidad de la naturaleza, el alfa y la omega de la creación y el cosmos. El arte salva a la historia de su determinismo, al hombre de su imbecilidad y al mundo de su ceguera. Contemplación y conversión son sinónimos. Tras la contemplación de "El Ángel" nuestra mirada queda dilatada en la divinidad de su arrebatadora belleza.
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Han pasado diez años del robo de "El Ángel". La obra que prestigió al país durante más de doscientos años sigue sin aparecer. La libertad secuestrada. Cristóbal Beloso tras su salida del Museo quedó completamente abatido. Sus ojos, antes refulgentes por el resplandor de las obras que le avivaban el alma, son dos tizones apagados. Su espalda doblada parece una corvilla humillada. El arte era su vida. No sabe hacer otra cosa. Pero hay que seguir adelante. Puso un cartel en la puerta de su casa: "Se reparan antigüedades". Y en el sótano de su vivienda habilita un humilde taller donde repara pequeños objetos de valor. Así es como el profesor despedido empieza a sobreponerse: implanta apéndices en bustos mutilados, devuelve el color a bodegones oscuros, libra de la carcoma un sitial apolillado. A Cristóbal Beloso le llegan los más extraños enseres.

Esta mañana un campesino le trae liado en un una vieja arpillera el cuerpo de madera de una figura extraña. Por su mal estado don Cristóbal no sabe qué puede ser. El hombre le dice:
Encontré este artefacto en el palomar de mi terraza. Yo no entiendo de antiguallas, pero para a mí que este armatoste es algo muy valioso.
Don Cristóbal mira de arriba abajo lo que parece un santo de palo sacado de una hoguera. Y le dice al campesino:
Veremos qué puedo hacer. Vuelva dentro de quince días.
Don Cristóbal se pone a trabajar en el encargo del campesino. Tras un primer examen descubre que la pieza es de buena madera, resistente, un cedro tallado con forma de ángel de más doscientos años de antigüedad. Devolver a esta pobre figura mutilada su estado primigenio será su primer cometido. Repondré sus alas, dos élitros anclados en su espalda seráfica. Y deja secar el encolado. Mañana lijará los pliegues de su vestimenta horadada.

Al día siguiente, cuando el profesor baja al taller para seguir con su tarea, se queda paralizado. "El Angel" de nuevo ha desaparecido. Don Cristóbal no entiende. Luego, ya más calmado, exclama:
El arte es la verdad y la verdad es libre. Nadie es dueño de la libertad, ni siquiera el señor Bartholdi lo es de su Miss Liberty.

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