Con motivo de la publicación del libro El otro lado.
A tí, mi agradecido lector:
Un libro puede ser de historia, de información, de estudio, de aventuras o leyendas, pero yo hubiese querido escribir (saber escribir), un libro, no de verdades y conceptos, de memorias y recuerdos, sino un libro que abriera senderos, que mirara a tus ojos, que te hablara en silencio, que curara tu tiempo. No que respondiera a tus preguntas, tampoco que fuese un tratado de ética alguna, pero sí al menos que te diera ánimo para seguir viviendo, que te prestara un poco de esa inmortalidad que añoras. Un libro motor y fuerza, luz y pasos. Un libro que aspirara a ser, más que a decir y decir...
Pero ya ves, mi querido lector que no hay tutía. No hay escritor en el Altiplano, ni zahorí en la Meseta que estrujando una palabra saque agua de sus letras.
¡Ay si mis palabras fuesen uvas, tú serías el mejor vinatero del pueblo! Un libro puede que sea leído por todo el planeta, ser galardonado con la estilográfica de oro del universo entero, pero nunca he visto yo que de sus hojas broten espigas de trigo o flores como las que acabo de ver esta mañana en mi huerta.
Quizás desde que Fue inventada la imorenta, confiamos demasiado en la letra impresa. Soy de esas personas que disfruta leyendo y que valora y busca los tesoros que los libros guardan.
ResponderEliminarY claro tú acabas así tu escrito y yo veo algo muy bello. Quién sabe interpretar el lenguaje de la naturaleza, tiene en esa capacidad un tesoro tan tan grande que no cabría en la más grande y antigua de las bibliotecas.
Salud amigo.