Alejada la existencia
del ser vivo que anochece,
sólo queda la esperanza
humo que desaparece,
tras la llama de la muerte,
tras la llama de la muerte,
del momento que perece.
Nuestra vida es un proyecto
malparido en el presente.
Sólo queda la esperanza
tenue huella de un trayecto,
aguarrás de un sueño ardiente
que se pierde en lontananza.
Sólo somos un deseo,
ensenada inalcanzable,
corriente que en devaneo
anda fuera de su cauce,
entre la mar y el mareo
de este hoy que se deshace.
Si por suerte o forcejeo
nuestro anhelo alcanzáramos,
en el instante a boleo
seríamos diseminados.
Sólo subsiste el deseo.
La esperanza que esperamos.
Somos muertos si la hallamos.
¿Y si no? ... también, yo creo.
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