jueves, 14 de septiembre de 2017

La Romería






Te escandalizaste de tí mismo, al comprobar que nada por doloroso o alegre que resultara te hacía vibrar lo más mínimo. ¿Acaso madre te pariera tormo, bruto o psicopático?
Pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
(Lo fatal. Rubén Darío)
Ni siquiera, cuando murió Cobi, el perro aquel, fiel mascota nuestra, ni una lágrima vi brotar de tus ojos. Tampoco saltaste de gozo tras el incendio del viejo teatro Regio, ocupado por un grupo de jóvenes rastafaris que trabajaban para la comunidad limpiando el barrio. Todos salieron ilesos, menos yo, una chica de faldas de vuelo ancho. Mi vestido rojo de flores blancas, aro de fuego al alba. Y yo, como esos perros del circo, en medio, incandescente, saltando dentro. Todo quedó hecho cenizas, mis trenzas, mi blusa de lunares, mis zapatos de gitana medio rotos. Todo calcinado, salvo aquel clavel reventón que me tatuaste a la altura de mi seno izquierdo.
Si nada de lo humano que acontece, me conmueve, - te preguntaste- ¿acaso nací yo sin entrañas?
Pero sentir, sí sentías. Aquel día de romería tú no eras una piedra en medio de tanta gente. Si hasta los semáforos a tu paso por el puente de la Virgen de los Peligros cambiaban de color. ¿Por qué tu corazón no latía, cuando escuchaste el crujir de las llamas por las ventanas del destartalado teatro?

Pero sentir, sí sentías. De lo contrario no espantarías de tus orejas a los mosquitos del río, aquella tarde que los dos al malecón salimos a deleitarnos con el ocaso encendido entre las cañas.

¡Eres capaz de llorar, de aplaudir, llamar guapa a una imagen, con la que juegan romeros como críos! ¡Eres capaz de besar como un niño la cara tallada de una virgen de palo, deslumbrarte, ay demonios, por su corona de ajos, por su bastón de mando, y su manto, por su bandera, y no sentir alegría ni pena al verme arder, desatendida, hambrienta de tí y abandonada!

¿De qué pasta estarás hecho, gerifalte, que ni siquiera un pelo de tu alma se mueve al ser testigo de una hoguera que por igual a los dos el corazón nos parte?

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