lunes, 13 de abril de 2015

Abstracto


 



A Nieves Granero no la conozco en persona, pero me la sé de corazón. Desde hace varios años sus poemas colman un rincón desasistido de mi ser más íntimo: la biblioteca de mi alma hecha jirones. La leo, y al igual que conectara con ella cuando leí Vapor de Ceniza, (Editorial ACTUM. 2008), y sus versos se enredaron como flores y espinas desde los pies hasta mi mente, hoy al leer Abstracto (Editorial Digital Letraskiltras. 2014), siento que el aliento de sus palabras huele igual que mis sentimientos, a noches de soledad y hambre.

Hoy, endormecido, me asomo a la ventana; y el rocío de su dulce melancolía contra el cristal de mi apatía, poemas inconclusos, pedazos de su corazón enterrado entre cartones, me despierta, me lleva y me planta en medio del bancal azul de la mañana. ¡Y qué contradictorio, dolorido y saludable es el poder de Nieves Granero! Es capaz de hacer crecer en un paisaje despoblado de caricias, vientre inconexo donde el amor no ha pernoctado, todo un jardín donde traspasado me veo por la virtud paradigmática del dulce amargor de su escritura:
volví a emerger
con oídos en los dedos
ojos en la sangre
y lenguas en la piel.
Y huyendo de la jauría del presente vuelve de nuevo la poeta a levantarme el vuelo: En un devastador incendio, tras el gemido de un rescoldo de ceniza, hay un destino de árbol subyaciendo / por debajo del miedo. Y siento el roce de sus versos rotos, ramas quebradas de aromas en el aire y me confundo: y ya no sé si es ella el pájaro, o son mis alas las que cantan y absorben el perfume del viento.

Un vuelo que cuanto más de abajo nace y más de adentro arranca, más alto se remonta. Plumas de carbón ardiente... mariposas tristes... alas inéditas... que cantan y sueñan...
hubo una vez en que nací hacia adentro
vibré en llanto, en vagido primigenio
y surgí
hacia un mundo superior y luminoso.




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