lunes, 6 de octubre de 2014

Ósmosis política






A pesar de ser noche cerrada, las estrellas relampaguean en el cielo cual azucenas con guiños de plata. A Paula, una amiga de Pablo Iglesias, el de Podemos, se le han perdido las llaves del coche. Pablo la lleva a casa. El lugar es privilegiado, no ya por la suntuosidad, pues Paula vive modestamente, sino por la exuberancia de la floresta donde riela este paradisiaco rincón junto a un pantano rodeado de pinos, naranjos, algarrobos y palmeras. Todos los hermanos de Paula, sirviéndose de lo que antiguamente serían las cuadras y cocheras de esta gran casa solariega, han construido, cada cual a su manera y apaño, su pequeño apartamento junto a la vivienda, que permanece como en los tiempos en los que vivían los padres. Una enorme y destartalada mansión entre los agradecidos repliegues de un monte feraz. A unos ciento cincuenta metros, la belleza del embalse enciende cual faro la noche. Gran carpa luminaria donde la luna reposa desnuda sobre el lecho de sus aguas centelleantes. El aroma de la noche invita a Pablo a sentarse sobre una de las tumbonas, frente a la piscina. Paula le ofrece al de Podemos un zumo de naranja. Acepta; sólo unos minutos. Pablo debe volver a casa y preparar aún su intervención de mañana en el Parlamento Europeo.

Una descomunal mesa de granito de más de cuatro metros de largo y con capacidad para más de cuarenta comensales yace deprovista de víveres bajo un gran artesonado gótico. La madre de Paula tuvo once hijos. Si la racha continúa, ¡vaya usted de sobrinos y nietos que merodearán por las siestas hambrientas de estas laderas! Todo el paraje rezuma solera, tradición y aplomo. Su ambientación y estructura pertenece a una época en la que el tiempo parecía no tener prisa. La edificación central conserva las mismas líneas de antaño: arcos y pilares, ventanas ojivales, pavimentos de losetas salteadas en negros y blancos. Destaca un mobiliario vetusto: mesas con patas talladas, sillones de mimbre con brazos bien altos, mecedoras con orejas, sillas torneadas, arcones con incrustaciones de metal. A Pablo le viene a la cabeza la Constitución Española del 78, la Monarquía Parlamentaria, el estado de las Autonomías. Y ve en esta finca la decantación por un pasado a contracorriente de los tiempos que se avecinan, una nueva era política. Lo nota en la violencia del contraste entre el viejo estilo de unos padres y el nuevo hacer de unos hijos que remodelan, actualizan y reconstruyen a su gusto partes de la casa y su entorno. Prevalece el cochambroso pasado que se resiste temeroso a perder los pingües privilegios de su anterior botín electoral. Todas las transformaciones que se han hecho, al no afectar a la esencialidad de la estructura principal, configuran un extraño y rocambolesco refrito contra las normas elementales de la ética más usual. Pablo ve que en esta casa andan reñidos lo viejo y lo nuevo en una pugna de intereses variopintos ajenos a la ciudadanía, a las necesidades de los que viven actualmente en la casa. Y en la perpetuación de este status quo trasnochado, parecen coincidir como bloque el bipartidimo imperante.

Esta noche de verano, a pesar del contraste con el verde que la encubre, del aire callado que la adormece, de los gorriones que sueñan con el grano, del duro y áspero garrofero bajo el cual Pablo ha dejado el coche, a pesar de todo, a pesar del camino de piedra que da acceso a la casa solariega, la noche envuelta con su isotónico manto se confunde con lo que le rodea, con su equilibrada armonía, su pacificadora influencia. Y este equilibrio que, como ley sabia, la naturaleza a si misma se dicta, -piensa Pablo-, podría servir de modelo a la nueva arquitectura y diseño que los hermanos de Paula pretenden dar a este lugar. En esta casa será necesario corregir este desarreglo estridente, desajuste osmótico, en contraste con la calma que infunde y equilibra esta noche de verano.

¡Ósmosis!, he aquí la idea que acude de pronto a la cabeza de Pablo Iglesias. El flujo entre las células de nuestro cuerpo, ante una desnivelación de nuestras soluciones, tiende de por sí a igualarse. Cuando esta relación isotónica se trastoca, acarrea tal desastre en el organismo, que llega hasta ocasionar la muerte de las propias células. El de Podemos pide a Paula un papel para escribir esta palabra. Luego ya en casa volverá a leer este nombre, y tratará, en compañía de Vicenç Navarro y Juan Torres, corregir los desequilibrios estructurales que ponen en peligro los cimientos de nuestra democracia, y tratar, así, de rescatar a los ciudadanos secuetrados por la Banca.

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