miércoles, 7 de noviembre de 2012

Maricón de mierda




Josico nunca olvidará las palabras de su padre:
Hijo, eres un maricón de mierda.
Era verano, unos cuantos amigos fueron a los malecones del río. Por el camino se llenaron los bolsillos de melocotones; estaban verdes y pequeños, como su pilila, machorrica y corta. Antes de bañarse, a la sombra de aquel cañaveral, jugaron al palico tieso. Luego, ya entrados en calor, en cueros, se zambulleron en el agua. Iba también con ellos Zenón el pajillero, un muchacho tres años mayor que Josico. En un claro de la espesura el pajillero cogió aparte al niño, y le propuso que le chupara la pija, que a cambio, le regalaría su melodiosa flauta de caña.

El padre de Josico, (no sé cómo llegaría a sus oídos lo de la mamada), nada mas ver a su hijo aparecer por la puerta de la fragua, dejó el fuelle, se quitó la correa y con ella le azotó las espaldas hasta dejarlo encogido como a un viejo mocho, de esos de fregar el suelo. El  padre quería que su hijo fuera un fornido herrero y no un putón acaponado. 

Luego, después de la paliza, el pene de Josico se envileció para siempre hasta ya no sentirlo jamás. Hasta ayer, que todo el cuerpo de Josico volvió a su consustancial naturaleza, precisamente 6 de noviembre, día en que el Pleno del Tribunal Constitucional avaló el matrimonio homosexual.

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